Instituto Daoísta Para la Salud, S.C

El Emperador Amarillo subió hasta la cumbre de la montaña donde vive el Sabio para preguntarle sobre el arte de gobernar el país y le dijo: “Venerable Maestro, usted posee el arte del Dào, por favor, dígame cómo puedo utilizar la esencia del cielo y de la tierra”

el viejo sabio le contestó: “Bajo su gobierno, la lluvia cae antes de que se junten las nubes, los árboles tiran sus hojas antes de que se vuelvan amarillas, la luz del sol y de la luna han empalidecido, ¿cómo puedo hablar con Usted del Dào?”.

El Emperador Amarillo se retiró y durante tres meses se fue a vivir en una cabaña de paja. Regreso con el viejo sabio y le dijo: “Venerable Señor, ha podido dominar la Vía perfecta, dígame cómo puedo dominar mi cuerpo para poder vivir para siempre”.

el viejo sabio le contestó: “Bajo su gobierno, la lluvia cae antes de que se junten las nubes, los árboles tiran sus hojas antes de que se vuelvan amarillas, la luz del sol y de la luna han empalidecido, ¿cómo puedo hablar con Usted del Dào?”.

El Emperador Amarillo se prosterno ante el Maestro y le dijo: “Venerable Maestro, usted es el mismo cielo”. El viejo sabio agregó: “El Dào es infinito, aunque los hombres piensan que es finito, el Dào es inalcanzable, aunque los hombres piensan que se puede alcanzar sus límites”.

Nos enseña el Maestro de la Montaña como poder obtener virtud en la vida: la virtud es la cualidad del ser para entender su origen y vislumbrar su camino. Esta búsqueda, no es el buen comportamiento que se ajusta a las leyes morales o las normas, no son las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, ni tampoco las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, aunque permiten ayudar a entender el proceso vital. Pero en este caso, la virtud es la actitud del ser humano frente al proceso que ha escogido para vivir, un camino de vida que debe hacerle entender su origen, su verdadera esencia y para lograrlo, primero tiene uno que fortalecer el desapego al cuerpo para entender el espíritu.